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domingo, 15 de marzo de 2015

Sri Lanka 3: Back to Negombo (Origin of symmetry)

"Tócala otra vez, Sam. La guitarrita" / Foto © Rafa Gassó.

Hay algo hermoso, casi pictórico, de bella justicia poética, en abandonar una boñiga matutina en el WC que no cuela de la habitación de un hotel de mierda (nunca mejor dicho), en el que, además, una taza de café cuesta cerca de 3€ al cambio en rupias de Sri Lanka. Esto es así. 
Abandonamos la ciudad de Puttalam (nada que la fonética de su nombre no indique), de regreso a Negombo, punto de partida hace ahora dos semanas y bonita playa de generosos atardeceres, junto al aeropuerto, en la que sortear agradablemente la espera de nuestro vuelo de vuelta a Chennai (evitando, así, la impracticable, por caótica, Colombo, capital de este país con forma de isla dulcemente salvaje; tan salvaje como la uña de nuestro compañero de autobús; de oficio, desfondador de guantes. La pregunta es: Si no toca la guitarra, ¿para qué la utilizará? ¿De cuchillo para cortar la comida? ¿De cuchara? ¿Acaso de utensilio de precisión para extraer las zurraspas inherentes a una estricta dieta de arroz? Pero no nos vayamos por las ramas. Me gustaría terminar este post, otra vez tecleado en el iPhone, antes de que el bus dé uno de sus habituales frenazos y tal vez su arma punzante se me clave en la yugular). 
Abandonamos poco a poco este país, decía, y pienso que aún tardaré unos días en decidir qué me ha parecido. 
De paisajes realmente espectaculares, tantas veces Indonesia, ofrece montañas y selvas de naturaleza exuberante y playas de aguas cristalinas que diríanse casi vírgenes; caso de la costa norte, allá en la península de Jaffna, lugar al que, sin embargo, no recomendaría viajar a no ser que se viaje sólo o acompañado y en ambos casos se pertenezca al genero masculino. Hacerlo en pareja (heterosexual), puede resultar verdaderamente incómodo y desagradable. Y en soledad, si se es mujer, un verdadero desafío que a mi juicio es mejor evitar. Aunque, como todo, cada uno cuenta la película según le va, esto también es así. 
Los precios son caros y tampoco es que se correspondan, ni mucho menos, con la calidad de la oferta. Pienso en los presupuestos de referencia que nos habían pasado algunos colegas que estuvieron no hace ya uno o un par de años, sino apenas unos meses atrás, y quedan desfasados y subiendo. 
La gente, en su inmensa mayoría, cálida, simpática y hospitalaria; súper atenta y solícita, siempre dispuesta a echar un cable, no escatima en regalar sonrisas y carantoñas. Es maja. Muy maja. Verdaderamente maja. Con todo, yo que vengo de India, con callo para abstraerme de los buscavidas más invasivos -a los que en India ya no veo ni siento ni padezco, cual camarero español que pasa de ti cuando lo llamas-, aquí me resultan extremadamente pesados en los  inevitables circuitos turísticos. Irritantes en sus formas. Tal vez porque lo percibo todo como un país nuevo y al otro ya me acostumbré. Amén de que beben mogollón. MOGOLLÓN. Es una cosa exagerada. Tal vez aquí se haga de manera más pública -conozco las colas de los 'wine-shops' en India y son para flipar-, pero aquí, en Sri Lanka es algo que me llama mucho más la atención. Lo de cenar con una botella de whisky (o cualquier otro alcohol de alta gradación), en el centro de la mesa, es algo muy asiático. Y como todo, el resultado de cómo se desarrolle el pedo depende de quién beba y cómo lo haga. Pese a ello -insisto-, hay algo que no termino de ver, de comprender. Ese constante pestuzo a alcohol como parte del paisaje sensorial, esos ojos brillantes y esa dialéctica pesada de 'anfitrión' borrachuzo que pretende ser amable y que no por representar los menos ejemplares que se ven, resultan menos antipáticos. 
En fin, ya digo, tardaré algunos días en llegar a alguna conclusión :-)
De momento, lo que si haré, será colgar una selección de las fotos del viaje, en orden cronológico, que tal vez termine poniendo a la venta a un precio más que popular. Porque también cabe destacar, este país me ha regalado algunas de las mejores postales del apartado "viajes" de mi nomadista caminar. Todas hechas con el iPhone, mi súper flamante iPhone nuevo, por cierto, porque la Canon se jodió a última hora y hubo de quedarse en India, junto al resto de equipaje que sobraba. 
Ya veré de qué manera ;-)

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