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jueves, 12 de marzo de 2015

Sri Lanka... 1


Un poderoso león asoma en la etiqueta de la cerveza nacional de Sri Lanka, de marca “Lion”, al igual que lo hace en la bandera del país. Tal icono, presente en todas partes, no llamaría la atención sino fuese porque en toda la isla –que, además, cuenta con tres frondosos safaris repletos de turistas y otros animales de toda clase y condición-, no existe ni una sola pieza de estas fieras. Cuando, quien esto suscribe pregunta a varios locales el por qué de tanto león si no hay ni uno solo en toda la geografía, la respuesta parece casi de cajón: “Porque el rey de la selva es duro, bravo y orgulloso. Sabe pelear y no se deja dominar. Como cualquier srilankés”, se contesta casi al unísono. Tal vez esta misma visión de las cosas explique por qué los separatistas del norte –cuatro millones de tamiles frente a 14 millones de cingaleses, que decían sentirse discriminados política, social y económicamente y mantuvieron al país durante décadas bajo una cruenta guerra civil que acabó en 2009 y dejó millares de muertos, entre ellos el primer ministro de India, Rajiv Gandhi, hijo, nieto y esposo de Indira, Nehru y Sonia Gandhi, respectivamente-, se hiciesen llamar los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil Eelam (LTTE); los temidos “Tigres Tamiles” del norte.
Estamos en la península de Jaffna, antiguo bastión rebelde abierto al turismo hace un par de años, y hoy un paisaje absolutamente militarizado por el ejército cingalés. Las huellas de la guerra, todavía presentes...

¡Hola a todos de nuevo y disculpas por esta ausencia de varios días! :-) Las cosas que contar comienzan a acumulárseme –siempre he tendido al exceso cuando se trata de apretar teclas fotográficas y tipográficas, esto es así-, y hasta la mañana de hoy, noveno día de viaje en constante movimiento y registro de datos, no he tenido ni un solo momento ni una buena conexión a internet para ponerme al lío de narrar, que es mi objetivo casi vital. Esto me hace concluir y advertir que este proyecto de ebook, blog de #ThisIsMyIndia, sorprendido por el paréntesis necesario de dos semanas en Sri Lanka para solventar la cuestión de mi visado hindustano, concluirá bastante más allá de la fecha de mi final de viaje y regreso a Europa, previsto a mediados de junio. Que nadie se preocupe, pues, de la falta de alimento thisismyindiánico porque va a haber reservas de sobra.
Para empezar, copio aquí arriba algunas letras de uno de los varios artículos y reportajes que estoy aprovechando para escribir desde la “Lágrima de India” (“lagrimilla”, más bien), tal cual se conoce a la isla, y comunico al personal que valdrá la pena (y mucho) esta ‘extensión’ de proyecto. Pero todo a su debido tiempo. De momento empezaré colgando -en orden cronológico y no ahora, sino en cuanto me sea posible-, todas las fotos que he estado disparando y que usaré para ilustrar los dos reportajes de viajes que estoy preparando (una de las muchas ventajas de ser socio de este proyecto, ver todo el trabajo en exclusiva y antes que nadie o de que sea publicado oficialmente, por adelantado; así que ya puedes contárselo a todos tus amigos, cuantos más seamos menos pagaremos, que decía aquella publicidad telefónica), e iré intercalando algún que otro artículo de nueva temporada que ha de salir en eldiario.es sobre India y sobre Sri Lanka.
Todo un poco de lío, todo un poco revuelto, sí, pero disfruta del contenido, que lo vas a disfrutar, y ya editaré yo luego todo el mogollón para que tenga orden y concierto.

¡Seguimos informando!
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Lawrence, de 40 años, es un orgulloso tamil de la provincia de Point Pedro, en la costa norte de Jaffna, a escasos 25 kilómetros de la de India, que hoy trabaja como seguridad de la compañía local de autobuses. Simpático y muy amable, vivió 10 años en Beirut trabajando en “textiles”, cuenta esquivo. Personalmente, me pareció el perfecto aliado en caso de que las cosas se pusiesen feas. Si Jaffna es la vuelta a la India más profunda, Point Pedro –una de las costas donde el tsunami de 2004 golpeó más fuerte (Lawrence perdió a cuatro miembros de su familia; “Es la vida” cuenta), y uno de los peores escenarios durante la guerra civil, bastión del núcleo duro tamil-, es un lugar muy áspero, muy aislado y muy cerrado al turismo. Defender las tetas de la chica que te acompaña, en las alejadas playas del centro urbano, de las miradas unicelulares y amenazantes de pescadores y militares en constante estado de embriaguez –una de las lacras del país, el uso y abuso del alcohol, no hace falta que caiga la noche para que una gran mayoría esté borracha y apeste; pescadores y militares que blanden machetes y subfusiles, respectivamente, cabe añadir-, aunque ésta vista tapada de pies a cabeza y con una discreta camiseta de cuello redondo, no es un farol destinado a salir siempre bien. Cuenta Lawrence que ahora vive mejor, “están todos muertos, los mataron a todos. A TODOS”, explica con una sonrisa algo siniestra; también, que se vive mejor tras el final de la guerra, donde antes una barra de pan costaba 100 rupias (10 veces su valor actual). Sin embargo, yo me quedo con su mirada. Atentos a esos ojos, para quien quiera leer entre líneas…  Foto © Rafa Gassó

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