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sábado, 7 de febrero de 2015

Viento del sur

Foto © Rafa Gassó
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Llega un momento en los viajes de tren en India en el que ya te has comido toda la comida posible: cutles, samosas, us hunnuvada... Todo tipo de vegetales fritos y presentaciones a modo de tentempié que ofrecen los mozos de cocina a lo largo de los compartimentos de segunda y tercera clase. Frutas frescas, frutos secos, snacks, helados o refrescos que suben a bordo los jóvenes vendedores en cada estación -donde las paradas pueden ser de diez a veinte minutos antes de continuar la marcha-, en capazos de plástico con hielo o cestos de mimbre. El staff también ofrece bandejas de pollo frito, arroces más o menos especiados como el biriyani, el pulao o simplemente con lentejas ("dal", en hindi), cocinados en su modalidad vegetal o carnívora para asegurar comidas o cenas sólidas. Y es que cabe tener en cuenta que los trenes en este subcontinente son larguísimas orugas renqueantes de 15 vagones la más pequeña, que serpentean una fabulosa red ferroviaria que surca el país de norte a sur y de este a oeste, y los trayectos, por cortos que resulten en el mapa, suelen abarcar un mínimo de una noche de viaje, cuando no dos y hasta tres. Hay que matar el tiempo. Así que a todas las propuestas culinarias hay que sumarle la constante música que recorre todas las clases de principio a fin -general, sleeper class, 3AC, 2AC y Primera clase-, anunciando, con un cántico de voz grave que arrastra las vocales, "chaaaiii" o café. 
De tal forma llega un momento en el que ya te has comido toda la comida posible, te has bebido todos los chais, cafés o refrescos que un cuerpo humano puede soportar sin entrar en shock por sobredosis -resulta asombroso lo mucho que comen los indios-, y es en ese momento de saciedad total y absoluta cuando descubres que aún te quedan unas 20h de trayecto. Es el momento entonces de apagar la música del iPod, cerrar el libro y dedicarte a socializar. Los trenes indios son, sin duda, el mejor y más amplio y completo muestrario de la sociedad india a escala íntima y abarcable. 
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"Voy en un tren camino de Margao con estos dos tipos al fondo del pasillo. STOP. En la hora número 14 del trayecto no se han movido del sito ni tampoco de posición. STOP. Creo que son staff de la compañía o tal vez etén muertos. STOP. Aún quedan 16 horas de viaje y cada vez me inquieta más ir al WC. STOP. Si en unas horas no vuelvo a dar señales de vida avisen a la Embajada. STOP. Gracias. STOP". / Foto © Rafa Gassó

"Y encima voy a dormir jugándome la libertad. Como dé un manotazo entre sueños y pare el tren accidentalmente acabo con mis huesos un año en prisión". / Foto © Rafa Gassó
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Atrás he dejado Pushkar y con ella, el frío invierno de ese semi norte que cruza el país, de oeste a este, entre los estados del Rajastán y Uttar Pradesh. Viajo en el expreso Maru Sagar, que desciende desde el desierto rajastaní al Océano Índico -y cuya traducción del hindi sería, precisamente, la de "Maru", "desierto" y "sagar", "mar", tal cual me confía una profesora de ingles india que vive en Arabia Saudí y acude a Goa a recoger a sus alumnos, de visita en el país-,  y emplea en llegar a su destino final, Kerala, 44 horas. 
Escribo (todas) estas líneas en el tren, junto a la profesora y un joven oficial del ejército que regresa a casa por vacaciones y otra joven pareja que se dirige a la playa. Todos indios. Cuando llegue a Margao, al sur de la antigua colonia portuguesa de Goa, habrán transcurrido poco más de 32 horas. Quiero allí visitar unos viejos amigos y de paso hacer dos reportajes, uno de viajes y otro sobre una posible historia súper interesante tal vez para YoDona, la revista femenina que sale todos los sábados con el diario El Mundo y que de alguna forma me ha especializado, en términos periodísticos, en asuntos de la mujer. De momento, y hasta que este proyecto que pretende ser de largo recorrido y que ha comenzado bajo el nombre de "This is my India" coja rodaje, hay que necesito complementar ingresos :) Aunque esto será carne para otro post. 
Poco a poco voy despojándome de ropa que pliego y guardo en la maleta, y a las neblinas del norte de ayer le suceden frondosos paisajes repletos de verde y calima. Palmeras y cocoteros que anuncian un sur próspero y desarrollado en comparación con sus vecinos del norte. Si antes, abrir la puerta de entre vagones para fumarse un cigarro era un saludo de hielo que agrietaba el rostro de frío, ahora es un viento de fuego lo que abrasa la cara al repetir la misma operación. Es parte de India: Unas horas de tren y parece que estás en otro país :)
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Llego a destino.
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'Maru Sagar Express' Ajmer - Margao / Foto © Rafa Gassó

'Maru Sagar Express' Ajmer - Margao / Foto © Rafa Gassó

'Maru Sagar Express' Ajmer - Margao / Foto © Rafa Gassó

'Maru Sagar Express' Ajmer - Margao / Foto © Rafa Gassó

'Maru Sagar Express' Ajmer - Margao / Foto © Rafa Gassó
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Aún he de escribir sobre el Kikasso de Pushkar y sobre Tolfa, el hospital para animales. Será en los siguientes post. 

[Continuará...]. 

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