.
ESTE ES UN PROYECTO DE CROWDFUNDING - ¡CLICKA AQUÍ Y AYÚDAME A DIFUNDIR!

domingo, 26 de abril de 2015

Ringo


Ringo en la terraza de nuestro nuevo hogar en Dharamkot: La "Kamal Guesthouse" / Foto © Rafa Gassó
.
A mí darme de hostias me gusta. Como a Ringo. Yo, principalmente, lo hago con...

cosas inanimadas; abstractas, en todo caso. Ringo no. Una de mis peleas favoritas es con el inglés. El idioma, quiero decir. El idioma inglés a veces lo odio (sobre todo cierta interpretación fonética digna de mascachicles o algo peor), pero a veces me gusta. Y mucho. Es el sparring perfecto de todo aspirante a políglota. Cuando más aprendes más te cuesta. Y cuando más ignoras su injustificado melindre, más efectivo se hace. Al idioma inglés lo puedes destrozar, prostituir, exprimirlo hasta ahogarlo y, finalmente, venderlo al peor postor –un señor lleno clavos a los que agarrarse llamado “Hindinglish-, que nadie, NADIE, te va a protestar ni te lo va a echar en cara. Uno de mis verbos preferidos es el “to get”, que sirve para todo. Tú sabes combinar el “to get” astutamente y ya sabes inglés. A veces lo que me gustan son las interpretaciones que hacen de los conceptos de ciertas realidades, también transmitidas en forma de verbo. Hablo del “to enjoy”, “disfrutar”. En el idioma inglés se disfruta de todo. Tú tienes que presentarte en una fecha concreta en un lugar de trabajo y tus empleadores te recordarán semanas antes que cuándo es el día que irás “a disfrutar” [de “ellos”]. Te invitan a sentarte en una mesa o acompañarlos, por coñazo que sea su compañía, y con un par de cojones, te invitan a “disfrutar”. Sin embargo, hay ocasiones en que no existe un verbo más preciso para interpretar una realidad. En este caso, la realidad de Ringo, que anda estos días por aquí, de asueto hasta que el próximo día 4 de mayo dé comienzo su temporada. Waiting for his team, my friend. Empezará a trabajar “after some time”, que usa el hindinglish para referirse a “en un rato” [indeterminado], y mientras tanto, yo lo disfruto. Porque aunque él dice que no es Master sino un “joven” [de 35 años], que “aprende”, Ringo es un auténtico Master. De película hecha novela y no al revés.

A Ringo lo conocí en las Navidades de 2010. Tomaba té con pastas o un thali en el Hogar del [jipi] Jubilado de Gokarna [toda Gokarna es, en realidad, como un cajón de zapatillas de cuarta mano; pares de otra época sueltos y desgajados], pelando, repartiendo, descuartizando al personal, con la Pelirroja, cuando oímos hablar de un indio medio chino y karateka capaz de “derribar” un mosquito de sólo un puñetazo. Inmediatamente quise conocer a aquel tipo, sediento de reportajes locos como estaba, y fueron las fuentes parroquianas de la mesa de al lado (Laura, Elisa, Vero y más tarde, Alberto), quienes nos propusieron acompañarlas de vuelta al sur de Goa, donde se ubicaban todos en comunidad, para presentárnoslo(s): Master Lee y Ringo [Star] Paonam, una pareja sin igual. Pasé unas estupendas navidades hasta Nochevieja disfrutando de su compañía, y firmé unas letras, en principio para un suplemento dominical y al final para el blog que hice con El Mundo, de las que más orgulloso me siento (vuélvelas a leer aquí).

Este año nos volvimos a encontrar de nuevo en Patnem Beach, más de un lustro después de aquellas navidades de 2010, y el motivo del que yo esté anclado en Dharamkot es porque aquí habíamos quedado en encontrarnos tras el fin de la temporada en Goa. Esta vez, junto a su mujer, Miranda, y el resto del equipo, y en calidad de pacientes, aprendices o lo que sea que hayamos venido a hacer aquí. Yo, particularmente, a pulsar el botón de ancla en un lugar fresco, cómodo y bonito donde ponerme a darle cera a este proyecto. Pero el caso es que hasta dentro de unas semanas no da comienzo su actividad y, mientras tanto, ver pasar la vida con este person al lado es lo mejor que puede pasar en la vida; en silencio, escuchando en un inglés que ha mejorado considerablemente, otras tantas increíbles y en su boca, hilarantes aventuras de película que bien merecerían una buena novela.

"Ringo ya está aquí. Ha llegado esta mañana", me dijo Rajesh antes de ayer al levantarme y pedirle el primer chai del día. "Yo estaba durmiendo. Ha llamado a mi puerta, me ha despertado, hemos desayunado y hablado un rato, y luego se ha ido. Me ha preguntado por ti. Volverá a la hora de comer". Está recién llegado de Japón. Junto a un nipón de su equipo y su hermano pequeño, Momo -a quien ahora él mismo entrena-, se plantaron en Okinawa en busca de un templo que les adiestre en kárate tradicional. Y es que, de su Manipur natal a China o Myanmar, Ringo se crió de templo en templo bebiendo, durante entrenamientos marciales para un crío, de la confluencia de las artes marciales locales con un abanico inabarcable de variantes del kungfú. Literalmente a hostias y aprendiendo técnicas como el que aprende a montar en bicicleta, que luego pondría en práctica en la calle, primero, y en combates más o menos legales, después. Durante cerca de doce fructíferos años de su vida no hizo más que entrenar y combatir, romper huesos, dislocarlos o colocárselos a si mismo, de nuevo, en el sitio; encajando y repartiendo golpes por orgullo o por dinero, allá fuese el peor tugurio de toda Asia. De unos años a esta parte se ha rendido al lado luminoso de la vida y es “mecánico del cuerpo humano”, como a él mismo le gusta definirse [“Me entrevistaron en la BBC como si fuera un doctor y yo les dije que me consideraba, más bien, un mecánico del cuerpo humano que repara a la gente”, ríe divertido con esa carcajada de risitas que suelen intercalar los asiáticos entre frase y frase]. Mejor curar que reventar. Yo he visto cómo un 'Pozí' cualquiera recuperaba una espalda recta a la semana de estar con Ringo. Decir que hace magia no es un recurso poético. Es tan verdad como que la magia no es magia sino un profundo conocimiento de esa estructura física humana que tantas veces ha roto y otras tantas veces le han roto. Ahora viaja por el mundo reparando gente. Inglaterra, Francia e India, principalmente. Por temporadas. Pero cuando la pulsión se convierte en pasión, es difícil gestionar tus instintos y tu pasado. [“En París fui a comprar” –marihuana-, “a un barrio de negros que estaba al final de una línea de Metro. Era de madrugada y cuando volvía a la estación vino uno corriendo por detrás y me empujó, creo que quería robarme la cámara, así que le di un golpe y lo dejé k.o. en el suelo. Corrí hacia la salida, donde estaban todos y de un salto me situé en posición de ataque a la otra parte del torno, frente a los demás, a unos 20 metros. Les grité si querían pelear. Estaba un poco asustado pero al mismo tiempo furioso. No vino nadie. Se fueron todos”]. Ringo cuenta y ríe, ríe y cuenta; intercalando “crazy” entre carcajadas y mostrándote unas gafas de sol de tanque del ejército francés que le regaló un militar amigo y antes de calzárselas te confiesa sorprendido, otra vez entre carcajadas de risitas, que no hace más que encontrarse gente extraña por el mundo. [“And, do you know what? People are strange when you are stranger”, concluye citando a The Doors. ¡Y se queda tan pancho! “A veces no sé en qué momento de mi vida estoy. La vida es la vida –se refiere, cuando habla, de las cada vez menos peleas; incluso de la que protagonizó, con amenaza de arma blanca, con su maestro Master Lee, esa que les llevó a la ruptura después de 12 años de ser empresa y en la que tuvo que mediar el mismísimo Grand Master, asunto baladí para nosotros pero no para algunas sociedades de película de Bruce Lee-. “Fijó que tanto Master Lee como yo estábamos al mismo nivel y por tanto ya no podía ser mi Master. Pero yo no quiero ser Master, ni celebridad, yo quiero seguir aprendiendo, porque la vida ofrece muchas cosas para aprender”. "Pero a veces no sé quién soy porque me siento extranjero en todas partes. Si voy a Japón me confunden con un japonés y me hablan en su idioma. Me pasa lo mismo en Corea, en China, en Tailandia, en Myanmar. Y cuando vuelvo a India, piensan que soy extranjero y me tratan de estafar como a un turista", concluye de nuevo entre carcajadas de risitas antes de liarse el penúltimo. Puedo decir que si no es una celeb -que lo es-, sí es un tipo de mucha fama en todos los países que visita, al que acuden los escacharrados de medio mundo como si él fuese la mismísima Lourdes. Y a veces lo parece, aunque no lo sea, porque los arregla. Hoy, nos ha invitado a comer].

1 comentario:

  1. Bonita sonrisa la de Ringo! Y algún motivo tiene para tenerla.. uno de ellos ha de ser seguro esa clínica de ensueño que tienen y de la que doy buenísima propaganda en el gimnasio de rehabilitación al que voy. Recibí respuesta de Miranda al mail que les mandé y contenta que me puse de saber que sí hay una alternativa a esa "chapa" que quieren atornillar a mi escacharrada espalda... y aunque ahora mismo no pueda permitírmelo pues me he gastado ya hasta donde no debía y me voy con algo menos de lo justo.. ahí queda esa bonita alternativa! y entre tanto cruzaré los dedos para que mi nervio ciático permanezca en esa "libertad vigilada"... jajaj xq de lo contrario puedo volverme literalmente loca hasta el punto de vender mi alma al diablo con tal de poder ponerme en manos de este excepcional mecánico :) Si aun están ahí transmíteles, por favor, mis agradecimientos y mi enhorabuena por sus logros y esa trayectoria de vida tan... "rica" en vivencias y emocionante que tú nos has contado. si yo no lo he hecho a sido por la pereza que me da expresarme mas mal que bien en ingles y (todavía, para mi desesperación) con un diccionario en la mano. Y es que yo también odio el inglés, en estos momentos al mismo porcentaje a como lo deseo... Un besote Rafa y animo!! que no decaiga ;)

    ResponderEliminar