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miércoles, 15 de abril de 2015

De qué hablo cuando hablo de India II

Fácil es en India mantener un bello, arrebatado y sobre todo, provechoso, idilio epistolar por Twitter (lo que en las internetecas del futuro vendrá catalogado como “literatura tuitepistolar”); con RedBus, que es el edreams indio para la red de autobuses que agrieta el asfalto de todo el subcontinente asiático a lo largo y a su ancho, (casi) única forma de viajar de Delhi a Dharamsala, al norte del país. A diferencia de la que requeteficaz Make My Trip (must si has de moverte por este gigante), esta sólo acepta tarjetas de crédito indias y toques de atención públicos por Twitter, que además resuelve audaz. Fue el caso. Fácil es tomarse las cosas con calma y plantarse directamente en la muy moderna estación de la Puerta de Cachemira, que es de donde parten las rutas hacia Himachal Pradesh y Jammu, principalmente, a ver qué hay, y que haya (siempre) un autobús; gusano de hierros con ruedas apto para un trayecto de 12 horas. Fácil es que te eches un piti mientras haces tiempo en el andén y que venga un tipo a decirte que allí no se puede fumar. Y fácil es que tú le des las gracias sinceras por la información y sigas fumando y ambos dos quedéis la mar de contentos, sonriéndoos satisfechos desde la distancia, por la pequeña conversación. Fácil es que reviente una rueda a las tres horas de haber partido –raro es que no reviente el autobús-, de madrugada, y fácil es que la mitad del pasaje se apee a iluminar con sus móviles, motu propio y somnolienta, la prueba de fuego de todo experimentado roedor de kilómetros del carril de la izquierda, si es que acaso lo es, sin decir "¡Cojones!". Fácil es llegar a destino cuando están poniendo las calles en Mcleodganj y echarse otro piti, obviando la advertencia del prohibido fumar en lugares públicos; decidiendo entre la maraña primerdiurna de taxis, claxon(s), buscavidas, rickshaws, vendedores, vacas, viandantes, más vacas, caballos, burros, ponys y algún mono, y más y más vendedores de todo y nada que van incorporándose a escena, algarabía de persianas metálicas que aún abren y voceríos que ofrecen fruta, sándwiches, periódicos, repostería de postal capaz de asesinar a un diabético, o cualquier otro servicio u oferta de formas insólitas o violentas, decidiendo hacia dónde mover. Fácil es que un policía te recuerde tan absurda prohibición si se tiene en cuenta el sinfín de antónimos que presenta el diccionario para definir la supuesta limpieza saludable de estampas y estímulos que nacen, crecen, explotan y mueren frente a tus ojos, en cuestión de segundos -reprendedor, amenazante-, y te conteste más tarde, entre indignado, amable y descreído, que CLARO que no se puede fumar en lugares públicos, o al menos, no frente a su estafeta, justo, de policía. Fácil es que aún te recomiende un callejón para fumar, donde él no te verá, y fácil es que tú le des una última calada y las gracias merecidas, entre humo; tan fácil como hallar abierta una habitación que sopesas alquilar y uses su baño, luego no te la quedes, y que no haya un solo reproche pese a lo tóxico del asunto. Fácil es caer, por contra, en la mejor guesthouse hasta la fecha -fecha que comenzó hace ya tantas facilidades-, recomendada, allá en el sur, por nuestro anfitrión en Mamallapuram, íntimo de tu nuevo aliado, y fácil es apretar el botón de ancla en cualquier lugar de este remoto-remotísimo planeta, pura comodidad y calidad de vida, del que hablo cuando hablo del subcontinente, donde everything es milega.
De esto, y de mucho más, hablo cuando hablo de la India.
[Continuará].

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-- Aquí va un texto que lo están estaban peinando. Sorry for the incovenience ;) --

2 comentarios:

  1. He escrito comentario y se ve q ha ido tb a q lo peinen xq no ha salido!! :/ En resumen, quitando las chorradas decia q Mucho Animo !! Que seguimos leyéndote y disfrutando!!

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  2. Recién veo tu comentario, Marilú. Gracias a ti por estar siempre ahí ;) ¡Besote grande!

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