Fácil es en India mantener un bello, arrebatado y
sobre todo, provechoso, idilio epistolar por Twitter (lo que en las
internetecas del futuro vendrá catalogado como “literatura tuitepistolar”); con
RedBus, que es el edreams indio para
la red de autobuses que agrieta el asfalto de todo el subcontinente asiático a
lo largo y a su ancho, (casi) única forma de viajar de Delhi a Dharamsala, al
norte del país. A diferencia de la que requeteficaz Make My Trip (must si has
de moverte por este gigante), esta sólo acepta tarjetas de crédito indias y
toques de atención públicos por Twitter, que además resuelve audaz. Fue el
caso. Fácil es tomarse las cosas con calma y plantarse directamente en la muy
moderna estación de la Puerta de Cachemira, que es de donde parten las rutas
hacia Himachal Pradesh y Jammu, principalmente, a ver qué hay, y que haya
(siempre) un autobús; gusano de hierros con ruedas apto para un trayecto de 12
horas. Fácil es que te eches un piti mientras haces tiempo en el andén y que
venga un tipo a decirte que allí no se puede fumar. Y fácil es que tú le des
las gracias sinceras por la información y sigas fumando y ambos dos quedéis la mar
de contentos, sonriéndoos satisfechos desde la distancia, por la pequeña conversación.
Fácil es que reviente una rueda a las tres horas de haber partido –raro es que
no reviente el autobús-, de madrugada, y fácil es que la mitad del pasaje se apee
a iluminar con sus móviles, motu propio
y somnolienta, la prueba de fuego de todo experimentado roedor de kilómetros del
carril de la izquierda, si es que acaso lo es, sin decir "¡Cojones!". Fácil es llegar a
destino cuando están poniendo las calles en Mcleodganj y echarse otro piti, obviando
la advertencia del prohibido fumar en lugares públicos; decidiendo entre la
maraña primerdiurna de taxis, claxon(s),
buscavidas, rickshaws, vendedores, vacas, viandantes, más vacas, caballos,
burros, ponys y algún mono, y más y más vendedores de todo y nada que van
incorporándose a escena, algarabía de persianas metálicas que aún abren y
voceríos que ofrecen fruta, sándwiches, periódicos, repostería de postal capaz de asesinar
a un diabético, o cualquier otro servicio u oferta de formas
insólitas o violentas, decidiendo hacia dónde mover. Fácil es que un policía te recuerde tan absurda
prohibición si se tiene en cuenta el sinfín de antónimos que presenta el
diccionario para definir la supuesta limpieza saludable de estampas y estímulos
que nacen, crecen, explotan y mueren frente a tus ojos, en cuestión de segundos
-reprendedor, amenazante-, y te conteste más tarde, entre indignado, amable y
descreído, que CLARO que no se puede fumar en lugares públicos, o al menos, no
frente a su estafeta, justo, de policía. Fácil es que aún te recomiende un callejón para fumar, donde él no te verá, y fácil es que tú le des una
última calada y las gracias merecidas, entre humo; tan fácil como hallar abierta una habitación que sopesas
alquilar y uses su baño, luego no te la quedes, y que no haya un solo reproche pese a lo tóxico del asunto. Fácil es caer, por contra, en la mejor guesthouse hasta la
fecha -fecha que comenzó hace ya tantas facilidades-, recomendada, allá en el sur, por nuestro
anfitrión en Mamallapuram, íntimo de tu nuevo aliado, y fácil es apretar el botón de ancla en
cualquier lugar de este remoto-remotísimo planeta, pura comodidad y calidad de vida, del que hablo cuando hablo del
subcontinente, donde everything es milega.
De esto, y de mucho más, hablo cuando hablo de la
India.
[Continuará].
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-- Aquí va un texto que lo
He escrito comentario y se ve q ha ido tb a q lo peinen xq no ha salido!! :/ En resumen, quitando las chorradas decia q Mucho Animo !! Que seguimos leyéndote y disfrutando!!
ResponderEliminarRecién veo tu comentario, Marilú. Gracias a ti por estar siempre ahí ;) ¡Besote grande!
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