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sábado, 17 de enero de 2015

On air


Pensaba empezar este blog, proyecto de ebook sobre India, con un primer post desde Pushkar, ciudad sagrada del Rajastán -fundada al dejar caer Brahma una flor de loto-, cuyo 'anecdotario' religioso me viene muy bien para situar al lector frente a este coloso de seres y estares tan, digamos, particular. Pero en la cola de embarque del AirFrance que nos ha de llevar del Charles de Gaulle, en París, al Indira Gandhi, en Nueva Delhi, comprendo que la ocasión me acaba de ser servida. De un sólo gesto una mujer india, anciana de edad indeterminada, me devuelve al país que dejé hace escasos meses y al que regreso por largas temporadas año tras año desde hace otros seis, ubicándome de un ligero empujón en lo que es (y será) mi segunda casa durante los próximos meses. Se me acaba de colar. Sin grandes aspavientos pero, de igual modo,sin grandes disimulos. Está en su "derecho" de hacerlo y lo sabe. Y lo ejerce. En India, y por paradójico que resulte si tenemos en cuenta cuál es allí la situación de la mujer, el sexo femenino goza de todos los privilegios de cortesía y formas sociales. Especialmente  las mujeres mayores, poseedoras de una autoridad moral que todo el mundo respeta  -porque TODO el mundo DEBE respetarla-, y nadie osa cuestionar. 
Llevo el asiento 39K, que es pasillo, pero en mi lugar están sentadas, una junta otra, dos mujeres indias de mediana edad. Comen y comparten algún tipo de snack especiado y me dejo llevar, feliz, por el "olor de hogar" del masala. No hablan inglés, pero por los gestos entiendo que me preguntan si viajo sólo. Les digo que sí y me indican que me siente en ventanilla. Acepto encantado. Y es entonces cuando llega el verdadero propietario de mi nuevo asiento, un indio joven que visiblemente chafado pero sin atreverse a llevar la contraria a mis compañeras de viaje, acepta sin rechistar sentarse en la plaza que le correspondía a la que ahora ocupa mi asiento original, en mitad del avión. Es un "tike, tike" (una de las muchísimas formas que tiene el hindi para decir "ok", la cantidad de formas para decir "de acuerdo" que existen es un dato a tener en cuenta del que hablaremos más adelante), rápido y resignado que le congela como en un dibujo animado y le hace girar 180 grados para volver sobre sus pasos en busca de su nueva ubicación. Sin protestar pese a que le esperen 8h de vuelo. Mi hermana, que es psicóloga, defiende que eso, más que "resignación", se llama "aceptación". Y así es. Los indios, respetuosos al extremo, saben encajar al instante cualquier contratiempo, va en su ADN. Y orgullosos de su cultura y nacionalidad, esperan lo mismo de ti. Esta forma de alegría, de encontrar solución a cualquier traba, que en hindi se resume con el término "yugar" (cuya traducción seria "estilo indio"), permite que todas las partes acaben siempre si no contentas, sí satisfechas, y facilita de una manera tan extraordinaria como eficaz la convivencia. Dicho de otro modo: sólo India permite hacer a cada cual lo que le dé la gana y encontrar, al mismo tiempo, la fórmula perfecta para cumplir el deseo sin sufrir su perjuicio. Así que ahora sí, welcome to (this is my) India ;) 

Seguiremos informando...