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viernes, 19 de junio de 2015

De qué hablo cuando hablo de "juggaard"

Estas fotos, que no son mías, aparecieron en el Facebook de un tal Guga Prasad, indio. La calidad de las imágenes -mala; las cosas 'robadas' suelen ser de mala calidad-, no impide, sin embargo, que definan a la perfección, gráficamente, esa palabra del hindi coloquial que tan fascinado me tiene: Juggaard

Por eso las cuelgo aquí y las comparto. Y no sólo eso. Es posible que tamaña palabreja mágica defina también mi próximo proyecto. Cosas de la hiperactividad hindustana. Aunque de ser así, será para el invierno / primavera de 2016 y como aún queda muy lejos, vayamos a lo que nos ocupa :-)

Me dispongo a cerrar este 'This is my India' (no este blog, sino el proyecto, que despega este finales de junio hacia los territorios de la palabra reposada, atentos a sus pantallas, vayan pillando posición en sus 'sofases'), que ya va pidiendo paso, tecla y urgencia, como toda naturaleza hindo-subcontinental.

Pasen, pues, observen y disfruten mientras tanto: Bienvenidos de nuevo a este viaje interminable.

Seguimos informando.
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martes, 9 de junio de 2015

El horror, el horror...

... de volver ;-)
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¿Pensabais que había desaparecido? Aquí sigo. Ausente, despreocupado, acaso –que no indiferente*, nunca indiferente-, en estas últimas semanas de auténtica locura en la que INDIA, siempre presta a recordar su idiosincrasia cuando uno está a punto de partir –y a mí podéis llamarme “El Lavadoras”, puesto que sobre suelo hindustano ya no me quedan días, sino horas-, para que ésta quede grabada a fuego en la memoria y no se tarde demasiado en volver, adicto ya, de por vida, a encontrar armonía en el desastre, lógica en la improvisación. INDIA, ese paisaje del que no se termina de regresar jamás. O de donde –al menos- “no se vuelve esperanzado”, que desgallitaba Javier Corcobado -arañado a Tormenta, su guitarra-, en De noche. Aunque por motivos diferentes al poema.

Interminables y diarios cortes de...


lunes, 25 de mayo de 2015

La estaca


Discúlpenme este nuevo paréntesis thisismyindiánico. En 2003, justo un mes después de instalarme en Madrid, el dominical XL Semanal me envió a Valencia a fotografiar, junto a uno de los periodistas más carnívoros de aquella revista, un seguimiento de 72h -en plan sombra-, de Rita Barberá. De aquel trabajo recuerdo dos hechos. Uno, en su despacho. Mi colega David, sentado frente a ella, lanzaba preguntas. Yo revoleteaba alrededor, buscando ángulos. Entonces, la hoy ya ex alcaldesa, sacó una cajetilla de tabaco y de esta extrajo un cigarrillo. Y conforme se lo disponía entre los labios, golpeó de súbito la grabadora de mi compadre, inutilizándola momentáneamente –manotazo brusco, inesperado-, y acto seguido, girándose hacia mí, que enfocaba la secuencia con un tele, eligiendo el momento de hacer ‘clic’, me rugió un “NO me vas a sacar fumando” que me provocó uno de los respingos más ridículos de mi vida.
El otro ocurrió durante ‘el seguimiento’. Nos empotraron en el coche de su jefe de prensa como parte de la comitiva oficial formada por los coches de la propia alcaldesa, los de su seguridad, etc. Recuerdo la cara de mi compadre, Bene, mirándome con ese gesto de hilaridad infantil que provoca escuchar lo inaudito, y esa sonrisa torcida que se le dibuja a todo plumilla que se encuentra ante un temazo sobre el que podría escribir. Su jefe de prensa, con una visible resaca, se lamentaba al teléfono de una noche de juerga, propia de macho celtíbero, moderno pero español, en la que no faltaba todo lo que tu imaginación, querido lector, pueda elucubrar o iluminar como se iluminan los casinos que al final de la noche parecen la pista de baile de una discoteca de sesentones pero que, en realidad, son lupanares. Media hora de arrepentimientos y oscuras confesiones delante de uno de los periodistas más tocapelotas de la casa y un fotógrafo de la mismísima ciudad de la que acababa de huir, que había puesto al día, además, a su compañero de teclas en apenas 40 minutos de vuelo.
La arrogancia de no callar, ni por mollera ni por prudencia, que otorga la sensación de impunidad de quien se cree en un poder perpetuo. Ese, esta pequeña anécdota de borrachín sin muchas luces, era el gobierno que había en Valencia.

Desde hoy, ya no.

Ahora, a disfrutar del caloret, campeones.

jueves, 21 de mayo de 2015

La (última) princesa india destronada

© Rafa Gassó


Si no te gusta (mucho) leer, es mejor que te saltes este nuevo post y esperes al siguiente. Va de letras. De las que salen publicadas y de las que no. Y de estas últimas va el caso.

viernes, 15 de mayo de 2015

Ay, Dalai ;-)

Hace unos días cumplí uno de mis sueños: Ver al Dalai Lama y asistir a una de sus clases. Fue en el Monasterio Gyuto, en Sidhbari, en Dharamsala. Entrar cualquier tipo de cámara al templo donde se impartían las enseñanzas -incluida la de cualquier smartphone-, estaba estrictamente prohibido y con unos controles por parte de la policía india como nunca los había visto (así de aplicados). Sin embargo, sí que era posible tomar algunas fotos del montasterio y la atmósfera reinante. Estas son:
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Gyuto Trantic Monastery, Sidhbary, Dharamsala, HimachalPradesh / Foto © Rafa Gassó

miércoles, 13 de mayo de 2015

iPhonemachaleando voy (últimos días)

El mismo gesto de mi simpática vecina la teatrera, hija de la lavandera, es el que se le queda a uno tras conocer que un segundo terremoto de 7.4 en la Escala Ritcher ha vuelto a sacudir Nepal, uno de los pueblos más guais del planeta. La propia naturaleza de este mundo es injusta de cojones. Qué mal. / Foto © Rafa Gassó

domingo, 10 de mayo de 2015

Una historia de violencia (Quiero ser el biógrafo de)


“Ya no trabaja conmigo. Nos separamos en Okinawa. Le golpeé. Fix me, please, fix me! I didn’t fix him”. Ringo, personaje fascinante que hipnotiza, termina sus palabras con esa risita contenida, casi en forma de tos, típica de los asiáticos. Y acto seguido, sentado de cuclillas sobre la misma mesa baja donde reposa un termo de agua caliente y tres tazas de té, manteniendo cómodo esa postura que convierte las rodillas en orejeras y que al resto de los mortales nos costaría una seria lesión de espalda, le da una profunda calada al dos papeles de la potente marihuana que crece en las montañas de su Manipur natal y se queda en silencio, pensativo, mirando hacia un punto indeterminado entre el suelo y la pared.